Hacia una nueva consciencia de clase
Normalmente utilizamos la expresión “conciencia de clase” para referirnos al concepto marxista Klassenbewusstsein. Sin embargo, prefiero utilizar otra traducción posible: consciencia de clase, para eliminar cualquier posible interpretación de índole moral. Con ello me refiero al reconocimiento esencial del yo y, al hablar de consciencia de clase, al reconocimiento de aquellos elementos de la identidad esencial del yo que comparto con otros y que hacen que me considere como parte integrante de un grupo social homogéneo.
En la tradición marxista, si yo trabajo con las manos (como expresión genérica de la producción) soy consciente de que soy un trabajador manual. Y si puedo identificar a otros también como trabajadores manuales, y entiendo que comparto con ellos una situación de penalidad, abuso y desigualdad con respecto a los dueños de los medios de producción, entonces tengo consciencia de clase.
Hablo, por lo tanto, de un paso previo a la posible consciencia de la necesidad de actuar para cambiar las cosas y, por lo tanto, de las decisiones sobre cómo actuar. Por poner un ejemplo, sería como cuando un nuevo miembro ingresa en una terapia de grupo para superar el alcoholismo y lo primero que tiene que decir al llegar es; “soy fulanito de tal, y soy alcoholico”.
La consciencia es necesaria para el cambio, incluso aunque, como diría Zizek, no sepamos que somos conscientes.
Estos días, los periódicos publicaban una encuesta que reflejaba que el 70 por ciento de los ciudadanos simpatizan con los indignados. En las movilizaciones del 15M y el 15O llamó la atención la heterogeneidad de los participantes. El movimiento Ocupy Wall Street puso en marcha el proyecto “we are the 99 percent” en el que el “we” trata de reflejar esa necesidad de consciencia.
La falta de reconocimiento de la radicalidad (o del radicalismo) es un problema por lo que supone de abstracción ante las raíces, la falta de profundización en los problema. Si considero que son necesarios cambios profundos soy, por definición puramente semántica, radical. Las personas que participan en este movimiento están pidiendo cambios profundos y son, por lo tanto, radicales, aunque no se reconozcan como tales, aunque no sean conscientes de serlo.
Hay todavía recelo de la ideología y de la necesidad de asumir un planteamiento sistemático, coordinado y racional para emprender los cambios. Pero un buen comienzo sería ser conscientes de lo que somos y de que hay otros como nosotros: tener consciencia de clase.
En la tradición marxista, si yo trabajo con las manos (como expresión genérica de la producción) soy consciente de que soy un trabajador manual. Y si puedo identificar a otros también como trabajadores manuales, y entiendo que comparto con ellos una situación de penalidad, abuso y desigualdad con respecto a los dueños de los medios de producción, entonces tengo consciencia de clase.
Hablo, por lo tanto, de un paso previo a la posible consciencia de la necesidad de actuar para cambiar las cosas y, por lo tanto, de las decisiones sobre cómo actuar. Por poner un ejemplo, sería como cuando un nuevo miembro ingresa en una terapia de grupo para superar el alcoholismo y lo primero que tiene que decir al llegar es; “soy fulanito de tal, y soy alcoholico”.
La consciencia es necesaria para el cambio, incluso aunque, como diría Zizek, no sepamos que somos conscientes.
Estos días, los periódicos publicaban una encuesta que reflejaba que el 70 por ciento de los ciudadanos simpatizan con los indignados. En las movilizaciones del 15M y el 15O llamó la atención la heterogeneidad de los participantes. El movimiento Ocupy Wall Street puso en marcha el proyecto “we are the 99 percent” en el que el “we” trata de reflejar esa necesidad de consciencia.
La falta de reconocimiento de la radicalidad (o del radicalismo) es un problema por lo que supone de abstracción ante las raíces, la falta de profundización en los problema. Si considero que son necesarios cambios profundos soy, por definición puramente semántica, radical. Las personas que participan en este movimiento están pidiendo cambios profundos y son, por lo tanto, radicales, aunque no se reconozcan como tales, aunque no sean conscientes de serlo.
Hay todavía recelo de la ideología y de la necesidad de asumir un planteamiento sistemático, coordinado y racional para emprender los cambios. Pero un buen comienzo sería ser conscientes de lo que somos y de que hay otros como nosotros: tener consciencia de clase.
0 Responses to “Hacia una nueva consciencia de clase”: