Los pecados capitales y la visita del papa Benito
Gula
Sin necesidad de recurrir a la etimología de la expresión “bocatto di cardinale”, es conocida la afición de Benedicto VI por el pastel alemán por excelencia: el strudel de manzana, que no puede faltar en sus meriendas.
Ratzinger es hijo de una cocinera profesional y, según desvela Eva Celada, que escribió el libro “Los secretos de la cocina vaticana”, es amante de la buena mesa. La pasta con almejas o langostinos se encuentra entre sus platos preferidos.
Hace cuatro comidas al día: desayuno con leche, dulces y zumo de naranja; comida con entremeses, pasta, pescado y frutas; merienda con strudel de manzana y cena con pan, yogur y sémola.
La visita de Benedicto VI a España coincide con la mayor hambruna de los últimos 30 años en África (Somalia). 12 millones de personas necesitan ayuda urgente porque no tienen nada que comer. El Papa tiene su propio huerto ecológico y hace una dieta saludable y controlada. El uso de estos datos sería demagógico si no fuera porque el compromiso con los pobres forma parte de las funciones que se atribuye la Iglesia.
En España, más de medio millón de familias sobreviven sin ningún ingreso. Muchas de ellas dependen de la ayuda de organizaciones, entre las que se encuentra Cáritas, de la iglesia católica.
Envidia
Ratzinger ha representado mejor que cualquier otro cardenal las intrigas por el poder en el Vaticano. La ambición no se encuentra entre los pecado capitales, pero si la envidia, que siempre está en el origen de los enfrentamientos humanos: “¿Por qué él, y no yo?”. Sin envidia, no hay poder.
En la organización de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, las diferentes facciones de la iglesia se enzarzaron en una guerra por conseguir los lugares más cercanos al Papa. Ha habido incluso denuncias de que se estaban comprando estas ubicaciones. Parece ser que ganaron la batalla los ultras de Camino Neocatecumenal (los kikos), los legionarios de Cristo y los miembros de Comunión y Liberación. Los “excluidos” no han ocultado su envidia.
Pereza
Eva Celada también descubre en “Los secretos de la cocina vaticana” la afición de Benedicto VI por acostarse en la cama para dormir la siesta después de comer. Un pecado minúsculo si lo comparamos con la pereza mostrada por la Santa Sede para condenar crímenes como los provocados por los nazis contra los judíos, o los cometidos por la Inquisición, cuya heredera, la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue presidida por Ratzinger.
La evolución de la iglesia es cualquier cosa menos diligente.
Ira
Pecado curioso éste, que únicamente lo es cuando lo cometen seglares, laicos, ateos o impíos. Cuando la muestran los clérigos, hablamos entonces de un adelanto de la ira de Dios: “Derramad las copas de la ira de Dios sobre la tierra” Apocalipsis 16,1.
Iracundas son, con frecuencia, las declaraciones de Rouco Varela, como iracundo fue el discurso en el que Ratzinger citó al emperador bizantino Manuel II para decir que Mahoma solo ha traído “cosas malvadas e inhumanas, como la directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”.
Lujuria
Varias son las definiciones que los teólogos han dado a la lujuria, pero la mayor parte de ellas tienen que ver con el exceso de pensamientos y acciones relacionadas con el sexo. Las aberraciones y depravaciones de la naturaleza que según la fe cristiana fue dada a las personas por Dios, serían entonces la máxima expresión de la lujuria. En las siete virtudes del Catecismo, la castidad es la que se corresponde al pecado capital de la lujuria. Pero, ¿no es la castidad una actitud aberrante y antinatural?
El voto de castidad es causa constante de problemas para la iglesia, puesto que la naturaleza de las personas que lo aceptan tiende a la transgresión y, “puestos a transgredir”, se difuminan los límites de la moral, de la ética y de la legalidad. De ahí la proliferación de los casos de pederastia en el seno de la Iglesia.
En el libro del Génesis, Dios deja claro cuál debe ser el comportamiento sexual humano cuando se dirige a la mujer: “Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.” Génesis 3,16. ¡Qué cabrón!
Una propuesta para los amantes de la estadística: ¿cuál será la evolución de la venta de condones en Madrid durante la Jornada Mundial de la Juventud?, ¿y la de embarazos en adolescentes?.
Por si acaso, Rouco ya avisó de que irán muchos jóvenes “con mínima experiencia moral y religiosa”.
Avaricia
La pasión secular de la Iglesia por la propiedad privada nunca ha sido ocultada. En un pueblo de Galicia que frecuento, hace cosa de un siglo, los vecinos acordaron ceder a la iglesia los terrenos lindantes con la casa rectoral. Hace poco, a la vista de que el pueblo compartía cura con otras localidades vecinas y que la Iglesia no hacía uso de la finca, los vecinos la quisieron recuperar para convertirla en el campo de la fiesta. Tras diversas gestiones con el obispado, tuvieron que pagar por ella el precio del mercado. Sin duda, es un buen negocio vender algo a quien te lo regaló.
Situaciones como ésta son frecuentes y están refrendadas por la Ley en España. El artículo 206 de la Ley Hipotecaria faculta a la Iglesia a escriturar propiedades sobre las que no tiene título escrito de dominio. La figura legal se conoce como inmatriculación y, con frecuencia, la Iglesia argumenta la “ocupación pacífica” para legitimar la usurpación. Los afectados de Navarra han creado incluso una plataforma y han llevado su protesta al Congreso.
La desaparición de las joyas de la Virgen en Padróns o del Códice Calixtino en la Catedral de Santiago son un índice de lo que la avaricia de la Iglesia ha llegado a acumular en riquezas y patrimonio. Tanto que tardan días en descubrir que les falta algo.
En su tercera encíclica “Cáritas in veritae”, de 2009, Benedicto XVI condena "la avaricia financiera, el capitalismo salvaje, el egoísmo y el paternalismo neocolonialista".
Tras el escándalo de 1982 por la quiebra fraudulenta del Banco Ambrosiano, la Banca Vaticana ha estado en el punto de mira por su participación en chanchullos financieros. En 2010, un año después de la publicación de la encíclica, la Fiscalía Italiana inició una investigación a la Banca Vaticana por blanqueo de dinero.
Y, para saber cómo aplica la Iglesia su condena a la “avaricia financiera” y al “capitalismo salvaje”, basta con ver la lista de patrocinadores de la Jornada Mundial de la Juventud.
Soberbia
Se trata del pecado original, el peor de los pecados, representado por el propio Lucifer. Para San Agustín, el verdadero camino era “primero, humildad; segundo, humildad y tercero, humildad”.
En el año 2007, la publicación masculina Esquire, que en su edición española se subtitula “Revista para hombres interesantes”, premió a Benedicto XVI como hombre mejor vestido del año en la categoría de complementos: “Accessorizer of the Year”. La causa de esta elección fueron los llamativos zapatos de piel, que Ratzinger insistió en que fuesen más rojos que los de su antecesor, fabricados por Adriano Stefanelli, un artesano frecuentado por las élites mundiales. Todo un acto de soberbia por parte de quien se considera heredero de las “sandalias del pescador”.
La soberbia constituye la que tal vez sea mayor paradoja de la curia romana y, en general, de la fe católica. La humildad es una virtud y, como tal, un mérito para los católicos. Alguien humilde es mejor que alguien soberbio. Pero el que hace de la humildad profesión, como el que se impone un voto de pobreza, hace ostentación de esa humildad (por ejemplo en las ropas que viste o en el modo de vida que lleva). ¿Y qué es la ostentación de una virtud, sino soberbia?
La demostración de fuerza que prepara la Iglesia en Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud, con más de 400.000 inscripciones de entre 45 y 210 euros, las donaciones millonarias de empresas, las exenciones fiscales, el merchandising, la fastuosidad y el boato es un acto de soberbia agravado por un contexto de crisis económica que obliga a la moderación, sobre todo a aquellos que quieren ser ejemplo. ¿Y cómo se puede dar ejemplo si no es desde la soberbia?
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