Evocación a partir del "Elogio del amor", de Alain Badiou
Acabo de leer el “Elogio del Amor” de Alain Badiou y, en estos momentos en los que empezamos a darnos cuenta de que el hedonismo consumista no era más que trágica soledad, resulta reconfortante que un pensador de la talla de Badiou recoja el guante de Rimbau (“El amor está por reinventar, ya se sabe”) y se proponga encontrar la esencia de esta Idea universal.
Badiou ensaya varias definiciones, pero quiero destacar dos de ellas. Una describe la Idea del amor como “el paso de un encuentro azaroso a una construcción tan sólida como si hubiese sido necesaria”. Un riesgo asumido de forma individual por una persona y otra persona que genera una paradoja fundamental entre contingencia y necesidad que el filósofo francés resume como “la escena de lo dos”. Pura entropía. Pura irreversibilidad. Puro caos.
La otra definición se refiere al amor como “¡el comunismo mínimo!” porque “el verdadero sujeto de un amor es el devenir de la pareja y no la satisfacción de los individuos que la componen”.
El “Elogio del amor” comenzó a perfilarse en el célebre ensayo con el que Badiou analizó la llegada al poder de Sarkozy en Francia (“¿De qué es Sarkozy el nombre?”), en el que predijo la marea liberal que actualmente inunda Europa. “Puesto que todos aceptan la lógica del orden capitalista, la economía de mercado y todo lo demás, ¿para qué mantener la ficción de una contraposición entre dos partidos?”. De aquel texto surgió la “hipótesis comunista”, un artículo publicado en la “New Left Review” al que me he referido anteriormente.
Aquella descripción de la “hipótesis comunista” se perfecciona en el “Elogio del Amor”: “Las formas futuras de la política de emancipación deberán inscribirse en una resurrección, un relevo, de la idea comunista, de la idea de un mundo que no esté librado a los apetitos de la propiedad privada, de un mundo de la asociación libre y de la igualdad”.
La lectura del libro de Badiou me dio pie a una reflexión que, en principio, se escapa de las pretensiones del autor. Él habla del impacto que le causó una campaña publicitaria de la empresa “Meetic” encargada de poner en contacto a personas a través de internet con la promesa de reducir al máximo los riesgos de un fracaso. El amor como una inversión segura.
No es solo una metáfora. Este tipo de empresas se dedican a especular sobre el amor. La especulación es esa apuesta desde el exterior por la reducción de los riesgos de otros donde la única seguridad es la del enriquecimiento de ese “agente exterior”. Todo lo contrario de aquel riesgo asumido de forma individual por una persona y otra persona.
Y en el ámbito de la producción, el concepto de la plusvalía de Marx está plenamente vigente. Incluso podemos aceptar que, de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda, el interés (o la necesidad) del comprador pueden determinar el precio de un producto. Pero nada más. Y hay otras cuestiones, como aquello que por ser de todos no es de nadie, como el agua o los recursos naturales (origen de la tragedia de los comunes), los alimentos básicos y, sobre todo, los cereales, que en ningún caso deberían estar siquiera sometidos a esa ley de la oferta y la demanda que provoca que el productor, para aumentar el precio, llegue incluso a destruir (retirar del mercado) toneladas de una comida que necesitan otros que no tienen posibilidad de pagarla.
Pero admitamos, como digo, que, en lo superfluo, sí se pueda aceptar la existencia de “consumidores”. En cualquier caso, hablamos de personas, ya sean las que trabajan o las que consumen. Todo lo que no signifique que sean estas personas las que condicionen y puedan mantener bajo control el precio de los productos es especulación; una apuesta sobre riesgos que hace un “agente exterior” que de esta manera asegura su propio enriquecimiento. Como queda demostrado por la explosión de desahucios a la que estamos asistiendo, quienes pagan las consecuencia del riesgo son las personas. Son “daños colaterales”.
Y hago este símil bélico para enlazar con algo que se puede leer en el “Elogio del Amor” cuando dice que “Meetic” trata de vender el “riesgo cero” en el amor de la misma manera en que la Administración Norteamericana nos vendió la guerra con “cero muertos”. Badiou recuerda que “las bombas que tiran desde el aire matan a cantidad de gente que tiene la mala suerte de vivir debajo. Pero son afganos, palestinos... No son modernos, claro”.
Y añado yo que tampoco serán modernos los desengañados de "Meetic". Ni los habitantes de hogares desahuciados, ni los parados, ni los inmigrantes ni, en definitiva, todos los que realmente estamos sufriendo las consecuencias de esta crisis capitalista.
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