La verdad y el caos, al otro lado de la ley

Llevo algunos días siguiendo las revelaciones de Wikileaks que algunos comparan con el asunto de los “papeles del pentágono”. Sí es cierto que, en ambos casos, “el hombre más peligroso de América” es el que opta por no mentir.

La documentación filtrada sobre la guerra de Afganistán, de la que se hizo eco “The New York Times” (como sucediera en el caso de Vietnam) y otros dos periódicos, consta de unos 92.000 informes militares y de inteligencia cuya veracidad, según las excusas de la Administración estadounidense, no había sido suficientemente contrastada.

Más que analizar el caso concreto, que está en todos los periódicos y circula vertiginosamente por la red, quiero detenerme en la web que los ha distribuido. Wikileaks es la iniciativa de un ex-hacker australiano, si es que se puede ser ex-hacker sin sufrir amnesia. Leak significa algo así como filtración. Wikileaks podría formar parte de una nueva forma de periodismo que difunden los que ya han sido bautizados, sin connotaciones peyorativas, como “whistleblower sites” (páginas chivatas).

En todas las ciencias sociales, en todos los ámbitos relacionados con la convivencia, y también en la filosofía, en la psicología y en las religiones, el concepto de verdad ha sido objeto de discusión a lo largo de la historia. La verdad es, en sí misma, una paradoja. No existe en un sentido estricto, lo que la convierte en mentira. Es como el infinito en las matemáticas. Por mucho que avancemos, siempre habrá un número más. Y, sin embargo, infinito es tratado como un número, como si realmente existiera. Además, en el caso de la verdad, la idea de subjetividad añade complejidad el problema. Recuerdo los versos de Machado: “tu verdad, / no, la verdad. / Y ven conmigo a buscarla / la tuya guárdatela”.

La principal crítica a la circulación de informaciones de interés social en red, en lugar del esquema piramidal tradicional de los mass media, es la dificultad de verificación. En los medios convencionales, la estrechez del vértice de la pirámide permite que un control, digamos que profesional para ser benévolos, certifica la veracidad de la información contenida en el flujo que desciende hacia la base. En una red, cualquiera puede introducir una información, que cualquiera puede recibir, con lo que no se produce el modelo convencional de verificación (se supone que un periodista certifica el valor de la información recurriendo a la confirmación por parte de varias fuentes cualificadas).

Desde el punto de vista de la comunicación social, esa ha sido, hasta ahora, la verdad. Por ejemplo, antes de la invasión de Iraq, todos los medios se hicieron eco de las informaciones sobre el peligro potencial de las armas de destrucción masiva. El prestigio de los medios y la calidad de las fuentes (entre ellas el presidente de los Estados Unidos) convirtieron esta información en verdad. Pero, una vez invadido Iraq, nadie encontró ningún indicio de esas armas. Aquella que había sido verdad, dejó de serlo.

En España sucedió algo parecido cuando el entonces ministro del Interior convocó con urgencia a los medios de comunicación para anunciar que los ataques del 11-M habían sido obre de ETA. Lo confirmaba “en directo” la fuente más cualificada para hacerlo. El entorno de la banda armada insistía en negarlo pero, desde el punto de vista de la comunicación social, el ministro del Interior es una fuente infinitamente mejor que un grupo de delincuentes.

Pero hay muchos ejemplos recientes: la gripe A,  las informaciones de las agencias de calificación de riesgos en la economía, el proceso de aprobación de la Ley de Partidos en España...

Está claro que el sistema “profesionalizado” de verificación de las informaciones en las democracias a través de los medios de comunicación convencionales no es, ni mucho  menos, un sistema perfecto. Más bien al contrario, es un sistema de favorece la manipulación y el uso estratégico de la información a favor de los intereses dominantes, aunque esos intereses dominantes representen a la mayoría legítimamente elegida para ejercer el control sobre el poder.

Y vuelvo en este punto al mundo de los hackers, caracterizado por el caos de la red, bautizado en su día como ciberpunk y que se relacionó con el anarquismo. Esta caracterización libertaria y anti-sistema de internet ha pesado como una losa en la red como modelo de organización social. Sin embargo, la realidad se va imponiendo poco a poco y cada vez se institucionaliza (o se instituye) más. Quiero recordar aquí que el primero en desarrollar un modelo de red fue probablemente Espinoza en el siglo XVII y que en 1958 fue fundado el grupo de investigación de redes del MIT.

Digo que se instituye por utilizar el lenguaje de Cornelius Castoriadis y su lógica de los magmas (cuando la sociedad se licua) y se refiere a lo instituido y lo instituyente. Su definición, como suelen ser las definiciones de los filósofos, es un poco liosa: “Un magma es aquello de lo que pueden extraerse (o aquello en lo que se pueden construir) organizaciones conjuntistas en número indefinido, pero que no puede ser nunca reconstruido (idealmente) por composición conjuntista (finita o infinitas) de esas organizaciones”. Castodiaris se refiere a la “cuestión social” y para él lo instituyente es “lo no reglado, lo indefinido, lo ambiguo, lo borroso, lo que está aún en formación o lo que está el proceso de degradación” (La organización en redes de redes y de organizaciones. Dra. Denise Najmanovich). El caos, por lo tanto, sí puede caracterizar un modelo de organización social si nos desprendemos de la solidez tradicional de la sociedad y empezamos a pensar en las sociedades líquidas (Bauman) o de los magmas.

¿Qué pasa si una sociedad desea desprenderse de los corsés impuestos por la democracia, tal y como la entendemos? ¿Que pasa si nos paramos a reflexionar que toda nuestra capacidad de decisión se reduce a una elección entre dos opciones cada cuatro años? ¿Y que pasa si la mayoría se equivoca?

El concepto de netocracia (o plurarquía) ayuda a responder a algunas de esas preguntas. Cuando surgieron los blogs fueron considerados como un paradigma de esta forma de organización social. En internet, las “wiki” acercaron también una posible solución a los problemas de verificación de la información. WikiWiki es un término hawaiano que significa “rápido” y wiki describe hoy los sitios web en los que es posible crear contenidos de forma colectiva. Y un concepto clave en su desarrollo es la discusión.

En alguna ocasión he reivindicado en este blog la confrontación frente a esa tendencia general de la política a evitarla. La confrontación, o si queremos, la dialéctica hegeliana o marxista, implica avance (lento-evolución o rápido-revolución). En el caso de la verdad, como en la procura del número infinito, ese avance nos acerca al objetivo.

Castodiaris describió la verdad con una parábola: “Imagínense caminando por un bosque durante la noche con una linterna – son ustedes la metáfora del para-sí – ¿qué hay alrededor? No se sabe – si se trata de un niño, tendrá miedo – pero hay en todo caso bosque, madera, materia en el sentido primero; y ahí adentro, recortan ustedes con su linterna esta pequeña esfera amarilla y caliente en y con la cual caminan y en la cual existen. Ahora bien, a partir del momento en que hay sociedad, hay muchas linternas de este tipo, y está la posibilidad de que una de ellas diga: veo un monstruo, y la otra responda: no, no es un monstruo, es el tronco de un árbol muerto. La diferencia con el simple para-sí es por lo menos doble: no es la simple pluralidad de linternas sino el hecho de que sean de igual factura, que produzcan el mismo tipo de luz con intensidades, limitaciones, poderes de resolución, a la vez comparables y variables; y que esta pluralidad tenga efectos aditivos e incluso multiplicativos en la luminosidad que de ella resulta y en las “dimensiones” y el “detalle” de la esfera total iluminada; por fin, que los portadores de las linternas puedan comparar entre sí lo que ven y discutir sobre ello.” ("Sujeto y Verdad en el Mundo Histórico-Social, Seminarios 1986 – 1987, La Creación Humana I", Pag. 247. Fondo de Cultura Económica, 2004).

El fenómeno wikileaks, convertido en una forma de hacer periodismo, abre la puerta a esa comparación, a esa discusión, entre pares, entre “linternas de igual factura” que juntas conforman una luz potente. Más potente incluso que los focos desde los que hasta ahora han tratado de “iluminarnos” los poderosos.

Para terminar, recomiendo la lectura del analisis de Gavin Heaton (un sirviente del caos) en Wikileaks titulado “¿Es el filtro de internet el muro australiano de Berlín?” en el que responde con   datos al pretexto de limitar la libertad de la red por la proliferación de la pornografía infantil.

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